jueves, 8 de noviembre de 2012

LAS MARAS DESDE UN TRANSMILENIO



Tengo que confesar algo. Investigar desde el Internet a veces cansa. Por eso decidí aceptar la invitación de un amigo a recorrer la ciudad de noche. Exactamente en La Candelaria. Allí conocí a un hombre que camina con un bastón de caña en su mano. Un abrigo largo y una gorra puesta para atrás. Su nombre es Roberto Nield. Supe que es uno de los artistas callejeros más importantes que andan en la ciudad. De Argentina vino a quedarse a vivir en nuestro país. Caminamos por la séptima mientras hablábamos de todo un poco. Me llamó la atención que tenía muchos tatuajes en su cuerpo. Y recordé que tenía que escribir un blog que no quería. Así que me arriesgué a preguntarle: “Roberto, ¿todos los tatuajes que tienes tienen que ver con las Maras Salvatruchas? Mi pregunta fue tan ingenua que Roberto se aterró. Pero sonriendo me dijo: “Hija… Eso de las Maras Salvatruchas es más pesado que mi barriga”. Y él me contó muy bien su experiencia de lecturas y viajes que él realizó a Centro América. En palabras de Roberto esto es lo que me contó:
“Hija, eso de las Maras es una cosa bárbara. Yo viví  en Centro América y de verdad que en ese país, El Salvador, si que se ve la violencia. “Mara” significa hermandad. Eso nació en la época de la guerra civil de este país. La gente se sintió desprotegida que decidieron unirse y crearon esos clanes, esas Maras. Esa hermandad genera respeto, protección. Se llamaban ahora “los mareros”. Debido a la guerra civil en El Salvador, ellos migraron a Estados Unidos y allá se organizaron como Las Maras Salvatruchas o el MS-13. ¡Son unos cabrones! Me contaban mientras vivía allá que para entrar a este clan, el nuevo debe pasar por un ritual de bienvenida llamado: El ritual 13. En este tres miembros de la Mara lo agarran a “pata” durante 13 segundos. Cuando pasa, y si pasa es bienvenido a formar parte de la hermandad”.
Roberto se subió conmigo al Transmilenio y allí me siguió contando. Sólo quedaban dos estaciones para que yo me bajara. Así que concluyó su relato:
“Como te decía, la vida de un miembro de esta pandilla es tan dura que no llegan a vivir más de 25 años. Los que logran pasar este tiempo de vida se dan cuenta de su situación y tratan de hacer obras sociales tratando de alejar a los niños de esa vida tan dura que llevan. Ellos tienen códigos. Y si, yo llevo tatuajes y significan parte de mi vida en todo lo que he recorrido el mundo, ellos tienen tatuajes que los identifican con su clan. El tatuaje es una manera de expresar esa identidad tan certera.”
Tuve que bajarme. Pero la charla con Roberto me abrió un panorama para investigar un poco más sobre este asunto.

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